martes, 26 de junio de 2007

WERKBUND y EL CARTEL DE ALEMANIA



El cartel en Alemania



En los años anteriores al inicio de las hostilidades se afianzan, precisamente, los estilos iniciados a finales de la primera década del siglo XX. En Alemania es el período de los grandes cartelistas históricos en el cual se afirma el prestigio de Lucian Bernhard, cuya fama excede las fronteras de su país, recibiendo encargos del extranjero (como por ejemplo, un curioso cartel realizado para una industria de clazado rusa y otro para una firma finlandesa de lámparas).


Ludwig Hohlwein, considerado como el más prolífico de los cartelistas alemanes, se convierte en esta década en uno de los más imitados dentro y fuera de su pais. Sin plantearse la estricta síntesis objetual que Bernhard impone a sus carteles, Hohlwein trata sus composiciones de corte tradicional desde una celebrada sofisticación, reduciendo formas, líneas y sombreados al mínimo esencial, y enfatizando la vitalidad del cartel figurativo a través de "inesperadas combinatorias de color, puntos de vista inusuales, y una cultivada y personal atmósfera de conjuntos".Munich, la ciudad donde vive y trabaja Ludwig Hohlwein, es en aquel tiempo un centro experimental considerable, y los jóvenes visitantes extranjeros, sensibles a la estética impresa, solían llevarse como recuerdos, ejemplares de los lujosos, elegantes, y refinados carteles de este artista "bon vivant, aficionado a la caza y a la hípica".A propósito del aspecto rutilante que los carteles en general daban a las calles de Munich, el corresponsalen aquella ciudad de la revista londinense The Studio, escribía en 1912: "Esos carteles se caracterizan, en su mayor parte, por la sobria elegancia y la fina armonía de sus tonos. Lejos de atentar sobre el ciudadano con la crudeza del color, atraen por su indudable buen gusto y su excelente colorido". Otro corresponsal, esta vez de la revista Art et Décoration, sostenia que "si bien Hohlwein podía concebirse sin Munich, resultaba inconcebible Munich sin Hohlwein". Otro tanto podría decirse, sin duda, del berlín de Lucian Bernhard.

El insigne cartelista Valentin Zietara, nacido en Polonia, contribuye a mantener y consolidar la ciudad de Munich como centro de irradiación cartelística. Dotado de un estilo caricaturesco, especialista en la humanización de objetos inanimados (recurso expresivo que tendrá gran aceptación entre los cartelistas europeos de las siguientes décadas), conoce un éxito espectacular durante los años 20, obteniendo más de setenta primeros premios en los concursos de carteles que se sucedieron, impulsados por el éxito popular del cartel muniqués. Los carnavales, las fiestas populares de primavera y otoño, las marcas de cerveza, los restaurantes de moda, entre otras manifestaciones, eran divulgados casi invariablemente por medio del estilo directo, jovial, y amable de Zietara.Después de la enorme influencia ejercida por el cartelismo francés (y en menor grado el inglés) durante los primeros años del nuevo siglo, en su importante cometido en la implantación del estilo modernista, es ahora Alemania la que desde Berlín y Munich marca el pulso característico del cartel moderno, en un "campo en el cual el arte puede volver a constituirse en modelo" de rápida y popular asimilación, facilitada por las condiciones en que se produce esta específica estrategia artístico-publicitaria, con sus "tiradas ilimitadas y la fruición gratuíta que caracteriza la figura efímera de la ciudad"..La estructura pedagógica del diseño gráfico, potenciada desde la iniciativa del Werkbund Institut, concentra en Alemania una nutridísima presencia de estudiantes extranjeros, sobre todo de los países vecinos. Los diseñadores siuzos, austríacos, holandeses y escandinavos (en su mayoría daneses) se forman en escuelas alemanas, y esta dinámica se integra al resonante éxito de los cartelistas germánicos, fortaleciendo, en conjunto, la creación de un indiscutible y compacto liderazgo que sólo conseguirían destronar las grandes tragedias de las dos guerras mundiales, y sus irreversibles consecuencias político-económicas, con el desmembramiento del país en dos bloques antagónicos.

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